REFLEXIÓN CRITICA
Una buena reflexión debe ser INTEGRAL, es decir, realizarse desde todos los puntos vitales de la persona.
La propuesta da referencia a una reflexión que gira en torno a cuatro polos, como si fueran los cuatro puntos cardinales:
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Pensar con la cabeza
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Pensar con el corazón
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Pensar con la conciencia
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Pensar con las manos
1. PENSAR CON LA CABEZA Es la manera de llegar al fondo de la realidad, conocer la verdad profunda que se esconde en los acontecimientos. Pensar de forma acrítica no es pensar, y uno de los mejores legados que podemos dejar es la inquietud permanente por cuestionarse todo lo que sucede, y se cumpla aquello de que “nada hay oculto que no llegue a salir a la luz”. Por eso, pensar con la cabeza equivale a SER HONRADO CON LA REALIDAD.
Pregúntate:
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¿Qué está sucediendo?
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¿Dónde?
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¿Quién está implicado?
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¿Por qué sucede esto?
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¿Qué consecuencias tiene?
2. PENSAR CON EL CORAZÓN: Poner en juego nuestra capacidad de sentir. Más vale tarde que nunca: ya la mentalidad semita solía vincula el conocer al corazón, y filósofos como Humé pusieron el acento en nuestra dimensión emotiva. Hoy la psicología nos viene diciendo que lo afectivo es lo efectivo, y que no hay nada verdaderamente importante que llegue a serlo si no ha pasado por el corazón. PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO.
Pregúntate:
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Las personas implicadas:
¿Cómo lo están viviendo,
Cuáles son sus actitudes,
Reacciones y sentimientos?
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Y yo, ¿cómo me siento?
3. PENSAR CON LA CONCIENCIA. . Pensar con la conciencia significa dar una dimensión moral a mi reflexión, es decir, que la reflexión me conduzca a emitir un juicio de valor sobre los hechos que estoy examinando. Nuestra reflexión nos debe llevar a emitir un juicio de valor y decir si lo que está ocurriendo nos parece bien o mal, si creemos que debería ser así o de otro modo. Por eso, pensar con la conciencia significa TOMAR PARTIDO.
Pregúntate:
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Y yo, ¿cómo lo veo? ¿Qué opino?
¿Qué juicio moral hago de esto?
4. PENSAR CON LAS MANOS,
Dijo Marx, en una frase en la que creo que estaremos de acuerdo, que ya no es tiempo de pensar la realidad sino de transformarla. Es un ejercicio de responsabilidad asumir la realidad en que vivimos y transformarla. Muchos filósofos han insistido en que somos lo que hacemos, que nuestra acción y tarea nos configura como personas. Por eso, pensar con las manos significa PONER MANOS A LA OBRA.
Pregúntate:
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Y yo, ¿qué puedo hacer?
Nosotros, ¿qué podemos hacer?




